Historia de la Casa de El Capitán


Un acercamiento a su historia y a su promotor

Su historia está ligada estrechamente a la de la familia que la edificó y que la utilizó como residencia hasta finales del siglo XIX: los Alfonso. Concretamente, hablamos de la rama de la familia iniciada por D. Andrés Luis, casado en 1675 con Micaela Marí­a Lorenzo. Uno de sus hijos, Domingo Afonso Martí­nez, casado en 1726 con Catalina Rodrí­guez (o González Monroy), fue a su vez padre de, entre otros vástagos, Miguel Afonso Martí­nez González, quien casó en 1770 con Javiera de la Cruz Bello Marrero, ambos residentes en la zona llamada «Las Casas» (El Roque)1. De este último matrimonio nacieron dos hijos de los cuales el mayor, Miguel Alfonso Martí­nez, fue el capitán de milicias que da nombre a la edificación histórica que nos ocupa.

Miguel Alfonso Martí­nez nació en 1780, y en 1807 contrajo matrimonio con Marí­a Antonia Rodrí­guez Feo, que le dio nueve hijos: Marí­a Antonia, Casiano, Marí­a Cándida, Clara, Antonio, Josefa, Eulogio, Miguel y José Alfonso Feo. Fue D. Miguel alcalde de su pueblo natal en varias ocasiones: en 1805, 1811, 1812, 1818, 1820, 1824 y 18252. Durante los perí­odos en que ejerció como Alcalde Real ordinario, se tomaron acuerdos que reflejan el devenir polí­tico y religioso del municipio y el paí­s. Así­, en 18113, se acordó el recorrido que siguen actualmente las procesiones religiosas; en 18124 se proclamó la constitución liberal de las Cortes de Cádiz con la toma de un juramento popular en la iglesia; o en 18245 se solicitó la gratuidad de la función religiosa del patrono por las malas cosechas. Fue militar; en 1821 habí­a sido designado capitán del Regimiento de Milicias Nacionales en esta jurisdicción de Abona, cargo que continuaba ejerciendo hacia 1823. En diciembre de 1824, se le cita con el cargo de «(…)Teniente de Milicias Provinciales de éste Regimiento de Abona y Alcalde Real del sitado Lugar (…)»6.    En el año 1827 ya era segundo ayudante del Regimiento; siendo, además, recogedor de la «cilla» o renta diezmal de la parroquia de San Miguel Arcángel. En diciembre de 1.833 fue nombrado Colector de Bulas de la Santa Cruzada para la predicación, para el año siguiente (1834)7. Se retiró como capitán del Regimiento, con Real licencia, antes de 1852. Falleció en 1854, a los 74 años de edad.

D. Miguel Alfonso Martí­nez fue uno de los vecinos de San Miguel de Abona de mayor prestigio en la primera mitad del s. XIX, en la emergente sociedad del nuevo municipio. Gracias a su iniciativa personal, asociada a la de destacadas figuras como los párrocos D. Pedro Machado Tejera y D. Francisco Guzmán y Cáceres (este último, í­ntimo amigo suyo), se llevaron a cabo destacadas obras necesarias para el municipio. De este modo se cubrieron necesidades civiles, como el cementerio municipal, las casas consistoriales (actual Biblioteca Municipal) y la escuela de instrucción primaria; y necesidades propias de la vida religiosa, como la capilla mortuoria (el llamado popularmente «cuarto mortuorio», hoy desaparecido, ocupaba el solar donde se encuentra Correos) o la reedificación del templo parroquial, infraestructuras en las que invirtió gran parte de su patrimonio personal. Por otra parte, D. Miguel fue, junto a seis vecinos más, uno de los contradictores que se personó en el largo pleito que enfrentó a los vecinos de Chasna y a los Chirino Soler (titulares del mayorazgo de Vilaflor); que desembocarí­a en el asesinato de D. Alonso Fernando Chirino de El Hoyo, VII Marqués de la Fuente de Las Palmas, en 18409.

Hoy conocemos a esta edificación como «Casa del Capitán», y debemos tener en cuenta que la denominación es tradicional y conocida, desde hace al menos cinco generaciones; lo que viene a corresponder con los tiempos en que D. Miguel Alfonso Martí­nez viví­a. Fue éste un personaje de indiscutible notoriedad social, entre otras cosas por ser en su época el militar de mayor graduación en el municipio (circunstancia que luego superarí­an algunos de sus descendientes). Esto fue una razón de peso suficiente para que, de forma popular, sus convecinos identificasen su domicilio con su cargo en las milicias. Nos inclinamos por la denominación «Casa del Capitán»(en singular) y no por la de «Casa de los Capitanes» (en plural), porque nos parece más ajustada a la realidad del momento histórico en que se edificó. Por tanto, entendemos que el uso de «Casa de los Capitanes», que algunos prefieren, es posterior al fallecimiento del promotor, D. Miguel Alfonso Martí­nez (que, recordemos, se produce en 1854). Creemos que esto se debe a que la carrera militar escogida por sus hijos Antonio y Miguel Alfonso Feo (coronel y comandante de milicias, respectivamente) facilitó, por una asimilación popular, la incorporación del plural a la denominación de la casa.

Por tanto, la datación de la vivienda, dado que no se conservan permisos de construcción de tanta antigí¼edad, podrí­a realizarse, con cierta seguridad, durante el primer tercio del siglo XIX. Si tenemos en cuenta que ya era alcalde en 1805, para el momento de su matrimonio (1807) era altamente probable que, ya en esos momentos, hubiera hecho construir una casa propia donde albergar a su futura familia. En el año 1851, figura domiciliado en la «Asomada» junto a su esposa Marí­a y sus hijos Miguel, José, Casiano y Eulogio y cuatro sirvientes. En los años 1855 y 1859, su viuda e hijos continúan residiendo en la casa, junto a cuatro sirvientes. Por tanto, la «Casa del Capitán» fue el domicilio habitual de D. Miguel Alfonso Martí­nez y su familia. De sus nueve hijos, fue el comandante D. Miguel Alfonso Feo, casado en 1868 con Clara Gorrí­n González, quien heredó la propiedad. Su hijo Gerardo Alfonso Gorrí­n, fallecido en 1956, la transmitió a su vez a sus hijos, adjudicándose la casa a D. Antonio Alfonso González, cuyos herederos la vendieron a este Ayuntamiento en 1998.

Estilí­sticamente, la «Casa del Capitán» es una vivienda canaria tradicional, propia de la clase más pudiente, con una planta principal con patio, al que se abren las habitaciones, y un semisótano con bodega, graneros y depósitos para los aperos de labranza. Su privilegiado emplazamiento permití­a a sus habitantes dominar una panorámica de la parte baja del municipio. De aspecto conservador, los materiales que se emplearon en su edificación son los propios de la zona: muros de mampuesto, madera de tea, losa chasnera y teja árabe (curva).

En su historia reciente, esta vivienda fue objeto de un incendio alrededor de 1978, que la dejó en el estado ruinoso que ha motivado su presente rehabilitación.

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