Espacios naturales

09 May 2013

ROQUE DE JAMA: Se encuentra enclavado entre los términos municipales de San Miguel de Abona y Arona, con una altitud máxima de 775m sobre el nivel del mar. Está constituido por un Pitón volcánico de gran antigüedad formado bajo la superficie que ha quedado destruido por una prolongada erosión diferencial, dejando ver su estructura interna.

Se compone de materiales muy antiguos, por lo que algunos autores lo han considerado, junto con el Roque del Viento y el Macizo de Adeje, como los restos de una paleoisla que afloraba sobre el mar en esta zona. La vegetación que alberga es la característica del piso basal, es decir, de tabaibales-cardonales con abundancia de especies rupícolas, con gran riqueza florística y presencia de endemismos. Las comunidades de plantas crasas canarias se instalan en las paredes escarpadas.

En su parte más alta existen testigos aislados de los bosques termófilos de transición como son las sabinas, los almácigos o los acebuches. La comunidad de Tabaibal-Cardonal se encuentra bien conservada y se mantiene hasta cotas superiores. También aparecen en la zona algunos ejemplares aislados de pino canario. La presencia de bancales desvela que hubo en la zona cultivos de trigo y cebada. Estos bancales se encuentran en su mayoría abandonados y comienzan a ser colonizados por la vegetación natural. También podemos encontrar especies introducidas, como piteras y tuneras, que en algunas partes de las laderas son muy abundantes.

Las aves presentes son igualmente características del piso basal, como el caminero y la curruca tomillera. También aparecen canarios, milleros, capirotes y la curruca cabecinegra. Así, El Roque sirve de lugar de nidificación para el cernícalo, la aguililla y la andoriña. El elevado interés geológico y paisajístico que posee El Roque de Jama, unido a la gran cantidad de especies animales y vegetales de interés (incluidos numerosos endemismos) que en él encuentran refugio, justifica sobradamente la figura de protección que el Gobierno Canario le ha dado.

MONTAÑA AMARILLA: Con una extensión de 27,8ha y una altura máxima de 73m, se encuentra situada en la costa del municipio de San Miguel de Abona. Se trata de un cono volcánico originado por una erupción freatomagmática (el agua entra en contacto con la lava candente en la propia chimenea del volcán), y posteriormente ha estado sometida a la erosión marina.

Es por tanto, una estructura volcánica resultado de la existencia de un foco magmático que, situado en aguas someras, calienta un acuífero poco profundo. Tiene lugar así una erupción de marcado carácter explosivo, que da lugar a un tipo de construcción volcánica peculiar llamada tuff-cones.  
Como consecuencia de la erosión a que es sometida, ha quedado al descubierto una duna fósil entre las lavas de un acantilado costero que alcanza los 30m y que permite ver la estructura interior del cono.

La vegetación se corresponde con el dominio potencial de un tabaibal dulce con características halófilas, aunque se encuentra bastante deteriorado. En la zona costera aparecen las comunidades típicas del cinturón halófilo del piso basal, como son Astydamia latifolia (lechuga de mar) o Schizogyne sericea (salado). Como se ha dicho anteriormente, en este espacio natural se encuentra una población de Atractylis preauxiana (piña de mar) con un número de individuos relativamente alto (101-150), distribuyéndose en una población dispersa, que presenta un buen estado de conservación.

La avifauna que aparece es, asimismo, característica de zonas xéricas bajas, destacando el pájaro moro y la calandria.

RESERVA AMBIENTAL SAN BLAS: En la costa de San Miguel de Abona, entre el Barranco de la Orchilla y junto a la zona turística de Golf del Sur, se esconde un valioso tesoro arqueológico desde el punto de vista aborigen. En pleno siglo XXI y en el Sur de Tenerife, parte de la Isla que ha sufrido en los últimos 20 años un desordenado y desmesurado desarrollo, aún quedan lugares en la costa que conservan muestras de cómo fue el hábitat tradicional de nuestros antepasados y que ha sobrevivido de forma milagrosa a la mano del hombre. Este sitio se llama San Blas, en cuya zona de carácter protegido quedan todavía huellas de un asentamiento prehispánico en el que se pretende albergar en un futuro una ruta geocultural sobre la vida guanche.

Los colores ocres y su vegetación compuesta por aulagas, pencas, balos, tabaibas y cardones, así como un conjunto de bancales abandonados, tajeas y una antigua presa de agua son parte del decorado que conforma este paisaje árido del Sur. Estamos ante una reserva natural de San Miguel de Abona, la cual está salpicada de paisajes lunares formados y pulidos por el viento que en su conjunto conformará, sin lugar a dudas, un escondite especial y un tesoro arqueológico en medio de la vorágine turística.

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