CONJUNTO CEREMONIAL DE GUARGACHO

El 4 de abril de 1972, el cabrero Salvador González Alayón encontró accidentalmente un yacimiento arqueológico en Guargacho, mientras observaba unas piedras dispuestas de forma extraña.

En los días siguientes al hallazgo se consiguieron los permisos oportunos y comenzó la excavación. El proyecto estaba dirigido por Luis Diego Cuscoy, entonces director del Museo Arqueológico de Tenerife, y uno de los investigadores más importantes que ha tenido la arqueología canaria. Diego Cuscoy interpretó el yacimiento como un conjunto ceremonial único fundamentado en el hallazgo de una estructura hexagonal que interpretó como una fosa de incineración, huecos a modo de hornillos, y dos grandes lascas que definió como aras de sacrificio. Sin embargo, otros investigadores plantean este lugar como un poblado de cabañas y no como espacio ceremonial.

Estos arqueólogos basan sus hipótesis en la existencia de poblados con similares características y estructuras tanto en Tenerife como en el norte de África. Sea como fuere, no hay ninguna duda de que Guargacho fue un importante enclave aborigen. La controversia interpretativa es fiel reflejo de la situación actual de la investigación arqueológica en Tenerife, donde aún nos quedan muchas cosas por conocer sobre sus primeros habitantes, los guanches.

Tres décadas después se puso en marcha una iniciativa para recuperar este espacio y acercar el patrimonio arqueológico a la sociedad. El proyecto se sustenta en una doble dirección: por un lado la recreación de este lugar tal y como estaba cuando fue utilizado por los guanches y su interpretación objetiva; y por otro, su función dinamizadora del municipio. El primer apartado está formado a su vez por dos espacios de intervención: el yacimiento arqueológico en y el centro de interpretación del mismo, compuesto por paneles explicativos, audiovisuales y reproducciones; y en segundo lugar, la función dinamizadora basada en dos principios básicos: la participación ciudadana y el consenso social, planteando la creación de un espacio dinamizador del territorio que permita acercar el patrimonio a la comunidad y reforzar los sentimientos de pertenencia a una población concreta estimulando la conservación de los restos de su pasado. Por tanto, este proyecto propone un Centro que no esté cerrado de muros al interior, cuya actividad esté contextualizada en el medio y que logre así establecer una vinculación entre lo social y lo patrimonial.

Así pues, se trata de la creación de un centro transmisor de cultura inserto en el territorio, que facilita la integración de la población a partir de los valores culturales y que permite intensificar la vida social de la comunidad a través de la participación de los colectivos en el desarrollo de la actividad de este espacio.

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